Los científicos con visión de largo plazo saben que las crisis de combustibles y energía en nuestro planeta serán cada vez más graves. Por esa razón buscan nuevos compuestos que tengan ventajas sobre los que se usan en la actualidad, es decir, un mayor rendimiento de energía, ser menos contaminantes que los combustibles fósiles y representar menor riesgo que las plantas nucleares actuales.
En consecuencia, se inició la tarea de producir en la Tierra una energía similar a la que se genera dentro del Sol: la fusión. A diferencia de la fisión que ocurre en las plantas nucleares, en las cuales los átomos muy pesados de uranio se rompen y liberan mucha energía, en la fusión los átomos muy ligeros de hidrógeno sometidos a temperaturas altísimas, como 200 millones de grados centígrados, se funden para formar uno de helio. Al suceder esto se obtienen cantidades enormes de energía.
Por esa razón se planeó la construcción de un primer enorme reactor de fusión en Cadarache, Francia, al que se llamará ITER. La mitad del costo lo proporcionarán la Unión Europea y Estados Unidos, mientras que Japón y Rusia aportarán la otra mirad.
Si el proyecto tiene éxito, las ventajas resultarán enormes, ya que la energía obtenida será mayor que la de los reactores nucleares actuales y tendrá menos riesgo de sufrir un accidente, como el de Chernobyl o el de la Isla de las Tres Millas. Además, los residuos radiactivos serán menores y permanecerán activos por mucho menos tiempo.
De igual forma, los subproductos de una planta de fusión no pueden transformarse en armas, como sucede con los reactores nucleares.
El reactor ITER es una esperanza para la Tierra, concretable en un futuro no muy lejano.
En consecuencia, se inició la tarea de producir en la Tierra una energía similar a la que se genera dentro del Sol: la fusión. A diferencia de la fisión que ocurre en las plantas nucleares, en las cuales los átomos muy pesados de uranio se rompen y liberan mucha energía, en la fusión los átomos muy ligeros de hidrógeno sometidos a temperaturas altísimas, como 200 millones de grados centígrados, se funden para formar uno de helio. Al suceder esto se obtienen cantidades enormes de energía.
Por esa razón se planeó la construcción de un primer enorme reactor de fusión en Cadarache, Francia, al que se llamará ITER. La mitad del costo lo proporcionarán la Unión Europea y Estados Unidos, mientras que Japón y Rusia aportarán la otra mirad.
Si el proyecto tiene éxito, las ventajas resultarán enormes, ya que la energía obtenida será mayor que la de los reactores nucleares actuales y tendrá menos riesgo de sufrir un accidente, como el de Chernobyl o el de la Isla de las Tres Millas. Además, los residuos radiactivos serán menores y permanecerán activos por mucho menos tiempo.
De igual forma, los subproductos de una planta de fusión no pueden transformarse en armas, como sucede con los reactores nucleares.
El reactor ITER es una esperanza para la Tierra, concretable en un futuro no muy lejano.