Estudios recientes han venido a complicar un proyecto que parecía factible y próximo a realizarse. Se trataba de establecer una estación espacial en la Luna. Al analizar los datos obtenidos por una nave no tripulada lanzada en 1998, llamada Prospector Lunar, encontraron que impredecibles tormentas solares lanzan sobre la superficie de nuestro satélite corrientes de partículas cargadas de energía. Éstas se acumulan en la forma de electricidad estática de una intensidad de miles de voltios y pueden generar descargas que estropearían todos los aparatos electrónicos, desde el transportador lunar hasta los monitores y, lo que resultaría más grave aún, la puerta de entrada a la estación lunar.
Éste es un problema mayor, toda vez que los astronautas tendrían que guarecerse de esas partículas cargadas, ya que también pueden dañar a las células, como lo hace la radiactividad.
La atmósfera protege a la Tierra de las partículas lanzadas por las tormentas solares; empero, sentimos sus efectos. Cuando esas tormentas ocurren, interfieren con las señales radiales de telecomunicación y producen daños en los satélites en órbita, de los cuales depende gran cantidad de actividades de comunicación en nuestro planeta, como la telefonía y el Internet.
Por lo pronto habrá que desarrollar una nueva tecnología para proteger de esas tormentas a la futura estación lunar.