Todas las plantas verdes realizan la función de la fotosíntesis con el fin de producir los azúcares necesarios para sobrevivir y, por lo tanto, requieren dióxido de carbono, energía solar y agua. La fotosíntesis es el proceso ideal que hay en la naturaleza para reciclar el CO2 . Sin embargo, hoy existe un notable exceso de este gas, que se desprende al quemar de manera desmedida combustibles fósiles. Este compuesto retiene el calor en la atmósfera y ha provocado el calentamiento del planeta. Infortunadamente, hoy en día los bosques y selvas que quedan son insuficientes para reciclarlo. Sin embargo, unos biotecnólogos encontraron una forma de reutilizar el dióxido de carbono.
En unas plantas generadoras de electricidad, que lo desprenden en grandes cantidades, conectaron el escape de las chimeneas a unos enormes biorreactores que contienen en su interior un cultivo de algas verdes. Se trata de cilindros transparentes que se colocan al sol.
Las algas consumen el dióxido de carbono y producen azúcares y aceite. Este último se somete a un proceso llamado transesterificación, en el que se combina con etanol, y de esta reacción se obtiene biodiésel, que es un eficiente combustible.
Los azúcares producidos en la fotosíntesis se fermentan, y con ello se obtiene etanol, que de nueva cuenta se emplea en el proceso