Algunas veces, la línea que separa la vida de la muerte no es muy clara. Ésta se hizo tenue y borrosa para Terry Schiavo, mujer que ocupó los titulares de las noticias. Después de 15 años de yacer en estado vegetativo, luego de sufrir un infarto que la dejó temporalmente sin oxígeno, con lesión de su cerebro, un juez aprobó, a solicitud del propio marido, que se le retirara la sonda que la alimentaba.
El caso generó las más apasionadas discusiones familiares, religiosas, legales y políticas. Más aún, dejó en claro el escaso conocimiento que se tiene sobre el funcionamiento del cerebro después de una lesión de este tipo.
Algunas personas que sufren un serio daño cerebral caen en coma, un profundo estado de inconciencia en el que permanecen con los ojos cerrados; empero, después de dos o cuatro semanas, muchas de ellas los abren, como en el caso de Terry. Pueden mostrar movimientos espontáneos, llorar e incluso sonreír, pero son incapaces de responder a una orden. A esto se lo conoce como «estado vegetativo persistente» y la probabilidad de recuperación de estos pacientes es muy cercana a cero.
Existe otro tipo de afectados que de forma ocasional «responde a órdenes» y puede mover los ojos o alcanzar un vaso de agua. Se dice que están en un «estado de conciencia mínima» y, en comparación con el grupo anterior, tienen una posibilidad ligeramente mayor de recuperación.
Se han suscitado acaloradas discusiones sobre el caso Schiavo porque, a pesar de que existe un criterio médico para diferenciar ambas condiciones, se sabe muy poco acerca de cómo funciona el cerebro en cada una.
Un equipo de neurólogos, mediante el uso de la resonancia magnética funcional, ha encontrado que en los cerebros de individuos en estado de conciencia mínima se encienden las áreas de procesamiento del lenguaje cuando el sujeto oye la voz de algún familiar, en relación con algunos temas personales, algo que no sucede en quienes se hallan en estado vegetativo.
Un estudio más profundo sobre esto podría dilucidar las discusiones acerca de la vida o la muerte que hoy persisten.