La mayor parte de los buenos vinos ostentan en su etiqueta, además del tipo de uva empleado para su elaboración, la región en donde se produjeron. Es probable que a lo largo del siglo XXI estos nombres cambien debido al calentamiento creciente que afecta al planeta.
Las condiciones climáticas necesarias para obtener las uvas ideales y elaborar un buen vino son una adecuada acumulación de calor, un bajo riesgo de heladas y la ausencia de calores extremos. Es necesario que estos factores mantengan un equilibrio entre sí.
Modelos computacionales muestran que, para fines de este siglo, la frecuencia de días con temperaturas superiores a los 35°C aumentará en las regiones vitivinícolas actuales y la acumulación de calor será mayor. Bajo estas condiciones, la producción de vinos de calidad disminuirá de forma considerable.
En cambio, es posible que otras latitudes, hoy más frescas, se conviertan en productoras de vinos de calidad. Sin embargo, estas zonas son más húmedas, lo que favorece la aparición de plagas de hongos y mohos que afectan a la vid.
No obstante, es probable que mediante manipulaciones genéticas se obtengan vides resistentes a las plagas y a los calores extremos, capaces de sortear el calentamiento global.