¿Qué tipo de comida es su preferida: mexicana, china, argentina, francesa… O quizá la griega? Es muy pertinente señalar que esta última, magnífico ejemplo de la llamada «dieta mediterránea», puede ser, además de sabrosa, muy recomendable para el organismo.
Esta dieta, rica en aceite de oliva, frutas frescas y vegetales, que incluye sólo un poco de carne roja, parece suprimir una gran cantidad de las proteínas que se reconocen en las enfermedades del corazón.
Durante el 2001 y 2002, un equipo de investigadores utilizó cuestionarios para recolectar datos de hábitos alimenticios de 2 mil 300 personas. La información permitió a los investigadores generar una calificación para cada individuo, que reflejaba qué tanto seguían una dieta mediterránea, que muchos estudios han correlacionado con un riesgo reducido de males coronarios.
Las muestras sanguíneas tomadas de cada voluntario al final de los dos años de estudio revelaron que aquellos que más consumían la dieta mediterránea presentaron, en promedio, concentraciones más bajas de la proteína interleucina 6 y del factor de necrosis tumoral alfa, en comparación con los que comieron otros alimentos con regularidad. Los compuestos anteriores son proteínas inflamatorias vinculadas con un riesgo mayor de padecimientos cardiacos.
Otro de los hallazgos fue que los sujetos que se apegaron a la dieta mediterránea también tuvieron, en promedio, concentraciones sanguíneas más bajas de fibrinógeno, una proteína que estimula la coagulación; homocisteína, un aminoácido determinante en afecciones del corazón; y glóbulos blancos, signo de inflamación.