Los habitantes del planeta hemos sentido en carne propia los efectos de su cambio climático. La gran cantidad de dióxido de carbono que se desprende al quemar combustibles es cada vez mayor.
En condiciones normales, una proporción del calor del Sol que llega a la Tierra se refleja hacia el espacio. El dióxido de carbono tiene la propiedad de atrapar ese calor y no lo deja salir, lo cual constituye una de las principales causas del calentamiento.
Se prevé que para fines de este siglo la cantidad de dicho gas en la atmósfera se habrá duplicado. Mediante simulaciones en computadora que toman en consideración todos los factores que provocan el calentamiento, se ha calculado que habrá una elevación de la temperatura global de 1.5 a 4.5°C. Otros estudios predicen un ascenso alarmante, hasta de 9°C. Pese a ello, distintos científicos plantean que existen factores que pueden amortiguar tal efecto.
Uno de esos factores lo constituyen los polvos que se desprenden de las erupciones volcánicas, que bloquean el paso de la radiación solar. Otros son las nubes y los aerosoles. Estos últimos son pequeñísimas gotitas que se encuentran suspendidas en el aire, compuestas por muy diversas sustancias, que provienen de fenómenos naturales, como el rompimiento de las olas o del resultado de actividades industriales. Algunas veces bloquean la entrada de la radiación solar y otras atrapan el calor sin permitir su salida.
Incluir todos estos factores en un programa de simulación por computadora para obtener modelos del clima y realizar predicciones resulta muy complicado, aunque no por ello se han dejado de hacer.
Por lo pronto, resulta difícil responder a la pregunta sobre qué tanto se calentará en este siglo la atmósfera de la Tierra.