En respuesta al enorme requerimiento de energía que en los últimos años exige el desmesurado crecimiento económico e industrial de China, se ha construido la presa más grande del mundo en el cauce del río YangTze, en una zona conocida como «Tres Gargantas». Sin embargo, la controversia sobre sus riesgos y beneficios ha sido enorme.
En fecha reciente ha concluido su construcción, iniciada en 1993, aunque su funcionamiento pleno tendrá lugar hasta el año 2009.
Sus adeptos aducen que la energía hidroeléctrica que se obtendrá evitará el empleo de combustibles fósiles, con la consiguiente eliminación de dióxido de carbono, que contribuye al calentamiento del planeta, y del dióxido de azufre, que genera la lluvia ácida.
También permitirá el control de las aguas del río, que producen de manera periódica catastróficas inundaciones. Además, las compuertas construidas harán posible una navegación más segura, con el consecuente crecimiento económico.
Sin embargo, las opiniones en contra son muchas, toda vez que además de los millones de personas que han tenido que reubicarse, los daños al ecosistema ya empiezan a sentirse, cuando apenas se ha iniciado el llenado del embalse. Algunos especialistas anticipan la extinción de especies, como el delfín de río y la grulla siberiana.
Los oceanógrafos aseguran que ya se observa el efecto de la disminución de los sedimentos ricos en nutrientes que arrastraba el río. Esto ha afectado la cadena alimenticia del mar al oriente de China, que solía ser una de las zonas pesqueras más ricas del mundo. La población de diatomeas, unos microorganismos marinos que son la base alimenticia de otras especies más grandes, es ahora sólo el 14 por ciento de lo que era hace cinco años, ya que no llega a ellos el silicio suficiente para construir sus microcaparazones.
Sin duda, el desarrollo en ocasiones trae consigo graves consecuencias para el medio ambiente.
En fecha reciente ha concluido su construcción, iniciada en 1993, aunque su funcionamiento pleno tendrá lugar hasta el año 2009.
Sus adeptos aducen que la energía hidroeléctrica que se obtendrá evitará el empleo de combustibles fósiles, con la consiguiente eliminación de dióxido de carbono, que contribuye al calentamiento del planeta, y del dióxido de azufre, que genera la lluvia ácida.
También permitirá el control de las aguas del río, que producen de manera periódica catastróficas inundaciones. Además, las compuertas construidas harán posible una navegación más segura, con el consecuente crecimiento económico.
Sin embargo, las opiniones en contra son muchas, toda vez que además de los millones de personas que han tenido que reubicarse, los daños al ecosistema ya empiezan a sentirse, cuando apenas se ha iniciado el llenado del embalse. Algunos especialistas anticipan la extinción de especies, como el delfín de río y la grulla siberiana.
Los oceanógrafos aseguran que ya se observa el efecto de la disminución de los sedimentos ricos en nutrientes que arrastraba el río. Esto ha afectado la cadena alimenticia del mar al oriente de China, que solía ser una de las zonas pesqueras más ricas del mundo. La población de diatomeas, unos microorganismos marinos que son la base alimenticia de otras especies más grandes, es ahora sólo el 14 por ciento de lo que era hace cinco años, ya que no llega a ellos el silicio suficiente para construir sus microcaparazones.
Sin duda, el desarrollo en ocasiones trae consigo graves consecuencias para el medio ambiente.