¿En dónde y cómo se originó la vida en el planeta? Las teorías sobre el tema son muy diversas. Una de las que tiene mayor sustento propone que la vida inició en el mar a partir de moléculas muy pequeñas que encontraron allí las condiciones de abasto de energía para unirse y dar origen a otras más complejas, como las proteínas, grasas y azúcares. Con posterioridad, mediante fenómenos fisicoquímicos, éstas se cohesionaron para formar las primeras «protocélulas».
En las zonas más profundas del océano se encuentran unas torres de arcilla denominadas «grietas hidrotermales». A través de ellas sale agua que el magma subterráneo calentó a una temperatura de 400°C.
Dicha agua es rica en moléculas que contienen carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y azufre. A esa temperatura es posible que moléculas pequeñas reaccionen entre sí y formen otras más grandes y complejas.
Sin embargo, se desconocía el mecanismo por el cual las moléculas formadas podían resistir las altas temperaturas de las grietas.
Los geoquímicos han reproducido estas condiciones en el laboratorio y aseguran que las arcillas juegan un papel importante, ya que están formadas por capas sobrepuestas de átomos de aluminio, silicio y oxígeno. Entre ellas hay suficiente espacio en el que pueden penetrar átomos y moléculas pequeñas.
Las arcillas son un buen catalizador que, junto con la energía del agua a 400°C, propician que las moléculas pequeñas reaccionen entre sí y formen la materia primigenia de la vida. La arcilla las protege de la destrucción por acción del calor.
Tiempo después los cambios de temperatura y presión hacen que la arcilla se contraiga y las moléculas orgánicas se expulsan hacia regiones menos agresivas.
Estos hallazgos fortalecen la teoría según la cual la cuna de la vida en nuestro planeta se halla en las arcillas.