¿Vio la película Tiburón? Ciertamente, la imagen de este animal no resulta nada amistosa y, menos aún, tierna o sensible. Sin embargo, aunque no lo parezca, tiene una sensibilidad muy peculiar.
Estos animales poseen una extraña habilidad para rastrear a sus presas. Estudios recientes sugieren que un gel transparente debajo de su piel los mantiene informados sobre diminutos cambios en la temperatura del agua marina, que quizá les sirvan como indicadores para alcanzar su alimento.
Lo que caracteriza a este gel es la infusión salina de glucoproteínas, que contiene miles de canales electrosensoriales, llamados ampollas, que conectan los poros de la piel con células nerviosas subyacentes.
En los estudios, los investigadores tomaron muestras del gel de tiburones de punta negra de arrecife y tiburones blancos que habían muerto recientemente en acuarios; después calentaron los tubos con las muestras.
A continuación midieron cualquier voltaje producido por la diferencia de temperatura en toda la longitud del gel y, para sorpresa suya, encontraron que una variación tan pequeña como un grado centígrado producía un voltaje tan grande como 300 microvoltios. A partir de estos datos concluyeron que un cambio en el agua marina de menos de un milésimo de grado Celsius activaría un voltaje en el gel y la ampolla se llenaría lo suficiente para que el tiburón reconozca el cambio.
Sin duda, percibir las variaciones de temperatura del océano es una invaluable herramienta de estos animales para encontrar comida
Estos animales poseen una extraña habilidad para rastrear a sus presas. Estudios recientes sugieren que un gel transparente debajo de su piel los mantiene informados sobre diminutos cambios en la temperatura del agua marina, que quizá les sirvan como indicadores para alcanzar su alimento.
Lo que caracteriza a este gel es la infusión salina de glucoproteínas, que contiene miles de canales electrosensoriales, llamados ampollas, que conectan los poros de la piel con células nerviosas subyacentes.
En los estudios, los investigadores tomaron muestras del gel de tiburones de punta negra de arrecife y tiburones blancos que habían muerto recientemente en acuarios; después calentaron los tubos con las muestras.
A continuación midieron cualquier voltaje producido por la diferencia de temperatura en toda la longitud del gel y, para sorpresa suya, encontraron que una variación tan pequeña como un grado centígrado producía un voltaje tan grande como 300 microvoltios. A partir de estos datos concluyeron que un cambio en el agua marina de menos de un milésimo de grado Celsius activaría un voltaje en el gel y la ampolla se llenaría lo suficiente para que el tiburón reconozca el cambio.
Sin duda, percibir las variaciones de temperatura del océano es una invaluable herramienta de estos animales para encontrar comida