Al sureste de la ciudad de Chihuahua se encuentra una maravilla natural, única en el mundo, que podría estar en riesgo de desaparecer. Es la «Cueva de los Cristales» que se halla a 290 metros de profundidad.
En fecha reciente, unos geólogos descendieron a ese lugar, en donde sólo pueden permanecer por unos minutos, dada la temperatura, que es de casi 60°C, y la humedad relativa, que es del 100 por ciento.
Allí se observan, en enormes bóvedas, unas monumentales vigas cristalinas y blancas de hasta 11 metros de longitud, que se entrecruzan, de techo a piso y de pared a pared.
Estas minas son ricas en sulfuros, como la pirita, compuesta por azufre y hierro, y la galena, que es azufre y plomo. La oxidación del azufre en estos minerales liberó ácido sulfúrico. Esta sustancia reaccionó con la piedra caliza y formó sulfato de calcio, que conocemos como yeso.
A esa temperatura, el yeso se disolvió en agua y ésta, al evaporarse, posibilitó que las moléculas de estos dos compuestos se depositaran una sobre otra. El resultado fue un empacamiento molecular tan ordenado que dio lugar a cristales con formas geométricas y características idénticas.
A esta formación de yeso hidratado se la conoce como «selenita» y se sabe que la temperatura y humedad son críticas para que el fenómeno de cristalización se mantenga.
La cueva se localiza dentro de una mina, una de las más ricas del mundo en plomo y plata, y es controlada por una de las compañías mineras más importantes de México. Sin embargo, se corre el riesgo de que, cuando el mineral se agote, se suspenda el bombeo para extraer el agua, la cueva se inunde y se colapse la bóveda, lo que ocasionaría la fractura y nueva disolución de los cristales.
Valdría la pena, aun después de que se agote el mineral, conservar las mismas condiciones, para que las futuras generaciones puedan admirar esta maravilla.
En fecha reciente, unos geólogos descendieron a ese lugar, en donde sólo pueden permanecer por unos minutos, dada la temperatura, que es de casi 60°C, y la humedad relativa, que es del 100 por ciento.
Allí se observan, en enormes bóvedas, unas monumentales vigas cristalinas y blancas de hasta 11 metros de longitud, que se entrecruzan, de techo a piso y de pared a pared.
Estas minas son ricas en sulfuros, como la pirita, compuesta por azufre y hierro, y la galena, que es azufre y plomo. La oxidación del azufre en estos minerales liberó ácido sulfúrico. Esta sustancia reaccionó con la piedra caliza y formó sulfato de calcio, que conocemos como yeso.
A esa temperatura, el yeso se disolvió en agua y ésta, al evaporarse, posibilitó que las moléculas de estos dos compuestos se depositaran una sobre otra. El resultado fue un empacamiento molecular tan ordenado que dio lugar a cristales con formas geométricas y características idénticas.
A esta formación de yeso hidratado se la conoce como «selenita» y se sabe que la temperatura y humedad son críticas para que el fenómeno de cristalización se mantenga.
La cueva se localiza dentro de una mina, una de las más ricas del mundo en plomo y plata, y es controlada por una de las compañías mineras más importantes de México. Sin embargo, se corre el riesgo de que, cuando el mineral se agote, se suspenda el bombeo para extraer el agua, la cueva se inunde y se colapse la bóveda, lo que ocasionaría la fractura y nueva disolución de los cristales.
Valdría la pena, aun después de que se agote el mineral, conservar las mismas condiciones, para que las futuras generaciones puedan admirar esta maravilla.