Los restos de un cráneo con varios dientes, seis vértebras, dos costillas izquierdas, los huesos de un antebrazo y la pelvis izquierda de una mujer que vivió en el Mesolítico, hace unos 260 mil años, se encontraron hace 22 años en la región noroeste de China. Sin embargo, sólo en fecha reciente se han estudiado a fondo.
Por la forma de la pelvis, los antropólogos han llegado a la conclusión de que los huesos pertenecieron a una mujer. La era en que vivió se determinó tras analizar el material radiactivo que se encontraba junto al esqueleto. Hasta la fecha, es el ejemplar femenino del género Homo más grande que se conoce, ya que se calcula que su estatura fue de 1.66 metros y tenía un peso aproximado de 74 kilogramos.
Los paleontólogos también determinaron que sus brazos y piernas eran cortos en relación con el tamaño del tronco, que más bien era ancho.
De igual manera, concluyeron que esas características se explicaban como una adaptación para vivir en regiones frías, tal y como se observa en los cuerpos de hombres y mujeres que habitan hoy día cerca del círculo polar. Lo anterior lleva suponer que en aquella época la región en que se encontraron los restos era más fría de lo que es en la actualidad.
La mujer presenta un cráneo de mayor tamaño que el de los restos más viejos del género Homo, lo que apoya la teoría existente de que hacia el periodo medio de la edad de piedra (llamada así debido a que en ella el hombre empezó a fabricar herramientas con dicho material), los miembros del género llegaron a una cúspide de medidas craneales.
El estudio antropológico de estos fósiles es una pieza más del rompecabezas que un día permitirá comprender más claramente la evolución del hombre sobre la Tierra, paso a paso.