La cantidad de personas que realizan viajes transoceánicos en avión es cada vez mayor y su duración fluctúa entre diez y 18 horas.
Se sabe de casos de individuos que sufren en estos vuelos «trombosis de venas profundas». Esto significa que en tales zonas se forma un coágulo que obstruye la circulación, algunas veces con consecuencias fatales. Su formación se ha atribuido a que el viajero permanece sentado e inmóvil por muchas horas.
También se cree que el estrés del pasajero, el aire de la cabina, que contiene un nivel bajo de oxígeno por encontrarse a una presión baja, y la ausencia casi total de humedad en el aire, puedan ser factores que favorecen la generación de estas pequeñas masas.
Se realizó un estudio en el cual se hicieron pruebas de coagulación en personas sanas que permanecieron sentadas durante sesiones de ocho horas en cámaras de baja presión: no se observó que hubiera mayor tendencia a este fenómeno respecto de cuando se encontraban al nivel del suelo a presión normal.
Sin embargo, cuando se efectuaron los mismos exámenes en sujetos con alto riesgo de crear coágulos, por ejemplo mujeres que tomaban píldoras anticonceptivas o aquellas que presentan una predisposición genética, se encontró que después de vuelos de ocho horas o más sí se incrementaba esta propensión.
En la actualidad, cuando acaba de inaugurarse el nuevo avión Airbus 310, también se ha abierto un laboratorio, que es su simulador de vuelo. En él se reproducirán las condiciones de la cabina a 13 mil metros de altura y se investigará cómo influyen la vibración y el sonido en el pasajero, además de la calidad del aire y la presión.