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Algodón transgénico

   Con frecuencia se ha creído que ciertos adelantos tecnológicos solucionarán de manera definitiva problemas muy antiguos. En ciertos casos, sin embargo, se comprueba después de algunos años que los beneficios obtenidos traen consigo riesgos de consideración.

   Los plantíos de algodón sufren con regularidad el ataque de un gusano llamado Helicoverpa Zea. Para combatir esa plaga se han modificado los genes de esta planta y se han introducido en su ADN los de una bacteria, Bacillus Thuringiensis, que produce una toxina que mata al gusano.

   La medida protegió al algodón de los estragos de la plaga y luego de dos o tres años su producción aumentó en un 70 por ciento. De esa manera, simultáneamente, se ahorraron gastos en pesticidas y se evitó la contaminación ambiental que éstos producen.

   Parecía la solución perfecta. No obstante, en algunos países, como China, la desaparición del Helicoverpa favoreció la multiplicación de otros insectos, que se transformaron a su vez en plagas.

   Ahora los agricultores, que pagaron más por las semillas de algodón transgénico, han tenido que invertir en nuevos pesticidas, con resultados contraproducentes.

   La experiencia llevará a que, en lo sucesivo, antes de generalizar el cultivo de un producto transgénico, se realice experimentación en plazos más largos, de tal manera que puedan evaluarse los riesgos con todo cuidado.

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