A finales de la edad de bronce, en las principales ciudades situadas alrededor del Mediterráneo, apareció el vidrio, un material que era difícil de producir y trabajar, pero que resaltaba por su transparencia, brillo y colorido. Con él se fabricaban objetos de lujo, que sólo poseían la realeza o los gobernantes de alto rango. Por lo tanto, el país que tenía el control de su producción adquiría poder económico sobre los demás.
Los arqueólogos han tratado de determinar el país que tenía la supremacía comercial en la edad de bronce, ya que unos aseguran que el vidrio se fabricó por primera vez en Mesopotamia y de allí se distribuyó a Egipto, Grecia, Chipre y el Medio Oriente, en donde se trabajaba para elaborar diversos objetos. Otros se inclinan más por la teoría según la cual Egipto fue el primer productor de la materia prima.
En excavaciones efectuadas por un equipo de arqueólogos en Cantir, al oriente del delta del Nilo, se encontraron restos de lo que fue una fábrica de vidrio de alrededor de 3,500 años ac. Había pedazos de recipientes de cerámica que aún tenían adheridas porciones del material. Se cree que eran los crisoles en donde se producía el vidrio, que se elaboraba al fundir cuarzo molido con las cenizas alcalinas de unas plantas. El análisis realizado por químicos mostró que este vidrio tiene la misma composición de diferentes lingotes de este material que se han encontrado en Grecia, Chipre y la costa de Turquía, que embonan perfectamente con los de los crisoles de cerámica hallados en Egipto.
El análisis químico fortalece la teoría de que este último país fue el productor de la materia prima y que dicha nación la exportaba a los otros territorios, y no Mesopotamia, como se creyó durante mucho tiempo.