Dicen por allí que hay que darse tiempo para todo. Y qué mejor que dedicar una parte del día para tomar una siesta y estimular nuestra actividad mental.
Lejos de representar un momento de pereza, dormir por un breve periodo adicional a la mitad del día puede incrementar la capacidad de una persona para aprender ciertas tareas.
Esto fue lo que descubrió en fecha reciente un grupo de científicos en un nuevo estudio, en el cual se les pidió a varios estudiantes que detectaran cambios sutiles en una imagen durante cuatro diferentes sesiones de prueba en un mismo día.
Lo que encontraron fue que el rendimiento de quienes no tomaban siesta tendía a disminuir en las dos últimas sesiones, mientras que aquellos que sí dormían un breve lapso respondían progresivamente más rápido y con mayor precisión.
El supuesto de que el sueño ayuda al aprendizaje se ha atribuido casi siempre a la actividad cerebral que se genera durante el periodo del sueño conocido como de movimientos oculares rápidos.
En el estudio, la siesta no consistió en ese estado, sino en uno distinto, conocido como sueño sin movimientos oculares rápidos.
Dormir una siesta protege quizá a los circuitos cerebrales de un uso excesivo, hasta que las neuronas puedan consolidar lo que han aprendido sobre un cierto procedimiento o tarea.
Por otra parte, pruebas adicionales han indicado que dormir la siesta refresca rutas neuronales específicas que participan en las tareas de percepción.
Lejos de representar un momento de pereza, dormir por un breve periodo adicional a la mitad del día puede incrementar la capacidad de una persona para aprender ciertas tareas.
Esto fue lo que descubrió en fecha reciente un grupo de científicos en un nuevo estudio, en el cual se les pidió a varios estudiantes que detectaran cambios sutiles en una imagen durante cuatro diferentes sesiones de prueba en un mismo día.
Lo que encontraron fue que el rendimiento de quienes no tomaban siesta tendía a disminuir en las dos últimas sesiones, mientras que aquellos que sí dormían un breve lapso respondían progresivamente más rápido y con mayor precisión.
El supuesto de que el sueño ayuda al aprendizaje se ha atribuido casi siempre a la actividad cerebral que se genera durante el periodo del sueño conocido como de movimientos oculares rápidos.
En el estudio, la siesta no consistió en ese estado, sino en uno distinto, conocido como sueño sin movimientos oculares rápidos.
Dormir una siesta protege quizá a los circuitos cerebrales de un uso excesivo, hasta que las neuronas puedan consolidar lo que han aprendido sobre un cierto procedimiento o tarea.
Por otra parte, pruebas adicionales han indicado que dormir la siesta refresca rutas neuronales específicas que participan en las tareas de percepción.