Con toda seguridad ha escuchado el inconfundible «crash» de un cristal cuando se rompe en pedazos. Sin embargo, además de este estridente ruido, ¿cree usted que los cristales puedan producir otro tipo de sonidos? Algunos científicos han demostrado que sí, ya que han descubierto un cristal que puede hacerlo. Para ello idearon un experimento que consistió en enviar una onda sonora hacia un material conocido como niobato de litio y, después de una pausa silenciosa, ese cristal proyectó de vuelta el mismo sonido.
La «memoria acústica» de la sustancia podría ayudar a los fabricantes a evaluar la calidad de los cristales. Además, dicha peculiaridad podría estar relacionada con otras inusuales y útiles propiedades eléctricas. Por ejemplo, el cristal es piezoeléctrico, es decir, al comprimirlo produce un potencial eléctrico y al someterlo a un campo eléctrico cambia la forma en que la luz pasa a través de él. Esto podría tener interesante aplicaciones en las telecomunicaciones de fibra óptica y en las memorias holográficas, en las que los rayos láser leen información hacia dentro y afuera.
Los cristales de niobato de litio son una amalgama de diferentes «dominios ferroeléctricos». Los científicos sospechan que la frecuencia de los ecos retrasados que produce un cristal se vincula con el tamaño de estos dominios.
El niobato de litio almacena al parecer energía acústica de manera temporal, algo similar a un resorte comprimido, que guarda energía mecánica. La onda acústica comprime los cristales y hace saltar iones en los dominios eléctricos; al recuperar su forma, los iones de los dominios liberan la energía almacenada en forma de ondas acústicas y cada dominio emite un sonido distinto, según sea su tamaño, como lo hacen las campanas.
La «memoria acústica» de la sustancia podría ayudar a los fabricantes a evaluar la calidad de los cristales. Además, dicha peculiaridad podría estar relacionada con otras inusuales y útiles propiedades eléctricas. Por ejemplo, el cristal es piezoeléctrico, es decir, al comprimirlo produce un potencial eléctrico y al someterlo a un campo eléctrico cambia la forma en que la luz pasa a través de él. Esto podría tener interesante aplicaciones en las telecomunicaciones de fibra óptica y en las memorias holográficas, en las que los rayos láser leen información hacia dentro y afuera.
Los cristales de niobato de litio son una amalgama de diferentes «dominios ferroeléctricos». Los científicos sospechan que la frecuencia de los ecos retrasados que produce un cristal se vincula con el tamaño de estos dominios.
El niobato de litio almacena al parecer energía acústica de manera temporal, algo similar a un resorte comprimido, que guarda energía mecánica. La onda acústica comprime los cristales y hace saltar iones en los dominios eléctricos; al recuperar su forma, los iones de los dominios liberan la energía almacenada en forma de ondas acústicas y cada dominio emite un sonido distinto, según sea su tamaño, como lo hacen las campanas.