Seguramente usted prefiere la risa por encima del llanto, pero en ocasiones la elección no depende de lo que más nos agrada, sino de aquello a lo que somos más sensibles.
Un estudio de imágenes cerebrales funcionales revela que el cerebro de madres y padres está sintonizado con el sonido del llanto de los infantes, mientras que los que no son padres permanecen indiferentes.
Para su investigación, los científicos hicieron que padres y adultos sin hijos escucharan grabaciones de llantos y risas de bebés. Mientras tanto, midieron la actividad cerebral de los voluntarios, mediante resonancia magnética funcional. Lo que encontraron fue que los cerebros de los padres se activaron más en respuesta a los llantos que a las risas. Los llantos activaron una región cerebral conocida como amígdala, la cual interviene en el procesamiento de emociones. Por su parte, los adultos sin hijos reaccionaron más a las risas que a los sollozos.
Según los científicos, esto tiene un sentido biológico. El llanto significa para los papás que algo anda mal con su crío y genera emociones tales como preocupación o miedo, que incitan a proporcionar cuidados paternales.
Por otro lado, el estudio reveló que hombres y mujeres respondían de forma diferente a los sonidos infantiles. Cuando ellas escuchaban los sonidos del bebé, la actividad disminuía en una región cerebral denominada corteza prefrontal, la cual bloquea los sonidos como irrelevantes. En ellos no se afectaba el área.
El llanto abre el filtro del ruido en la corteza prefrontal, de manera los sonidos del niño pasan y la mujer los interpreta como importantes. A partir de ello, impulsos eléctricos se transmiten a otras áreas cerebrales y accionan emociones fuertes y comportamientos de protección, como alimentar o abrazar.
El estudio puede además ayudar a los científicos a entender estos lazos sociales y las condiciones médicas en las cuales se modifican estos vínculos.
Un estudio de imágenes cerebrales funcionales revela que el cerebro de madres y padres está sintonizado con el sonido del llanto de los infantes, mientras que los que no son padres permanecen indiferentes.
Para su investigación, los científicos hicieron que padres y adultos sin hijos escucharan grabaciones de llantos y risas de bebés. Mientras tanto, midieron la actividad cerebral de los voluntarios, mediante resonancia magnética funcional. Lo que encontraron fue que los cerebros de los padres se activaron más en respuesta a los llantos que a las risas. Los llantos activaron una región cerebral conocida como amígdala, la cual interviene en el procesamiento de emociones. Por su parte, los adultos sin hijos reaccionaron más a las risas que a los sollozos.
Según los científicos, esto tiene un sentido biológico. El llanto significa para los papás que algo anda mal con su crío y genera emociones tales como preocupación o miedo, que incitan a proporcionar cuidados paternales.
Por otro lado, el estudio reveló que hombres y mujeres respondían de forma diferente a los sonidos infantiles. Cuando ellas escuchaban los sonidos del bebé, la actividad disminuía en una región cerebral denominada corteza prefrontal, la cual bloquea los sonidos como irrelevantes. En ellos no se afectaba el área.
El llanto abre el filtro del ruido en la corteza prefrontal, de manera los sonidos del niño pasan y la mujer los interpreta como importantes. A partir de ello, impulsos eléctricos se transmiten a otras áreas cerebrales y accionan emociones fuertes y comportamientos de protección, como alimentar o abrazar.
El estudio puede además ayudar a los científicos a entender estos lazos sociales y las condiciones médicas en las cuales se modifican estos vínculos.