Cuando al nacer un niño recibe, además de los cuidados habituales, el contacto físico humano que lo abraza, acaricia y le habla suavemente, en su cerebro se inicia la formación de lazos sociales que regularán su vida emotiva.
Se ha observado que la ausencia del contacto físico y emocional en esa etapa de la vida tiene como resultado el desarrollo de individuos que tendrán dificultad para establecer relaciones sociales, comunicarse con la gente y establecer lazos de amistad.
Se sabe que dos sustancias que se producen en la glándula hipófisis, la oxitocina y la vasopresina, tienen una función importante en el desarrollo de dichos lazos.
Con el fin de conocer más sobre esta función, un grupo de psicólogos hicieron un estudio con niños que habían tenido cuidados y atención al nacer y otros que habían vivido la primera etapa de su vida en condiciones adversas, como crecer en un orfanato, aunque después se los adoptara e integrara a familias que les brindaron la atención y el cariño que no tuvieron al inicio de la vida.
Los niños que habían estado en el orfanato mostraron niveles de vasopresina más bajos que los otros menores.
Aunque los niveles de oxitocina eran iguales en todos los infantes, en aquellos que interactuaban con su madre biológica en un juego en el que había contacto físico los índices de esta sustancia se elevaron de forma considerable. En cambio, en los niños que interactuaban de la misma manera con su madre adoptiva no se observó la elevación de la oxitocina.
El estudio muestra que el contacto físico y emocional en los primeros meses de vida organiza la producción de estas dos sustancias, que regularán en el cerebro el desarrollo de lazos sociales.
Se ha observado que la ausencia del contacto físico y emocional en esa etapa de la vida tiene como resultado el desarrollo de individuos que tendrán dificultad para establecer relaciones sociales, comunicarse con la gente y establecer lazos de amistad.
Se sabe que dos sustancias que se producen en la glándula hipófisis, la oxitocina y la vasopresina, tienen una función importante en el desarrollo de dichos lazos.
Con el fin de conocer más sobre esta función, un grupo de psicólogos hicieron un estudio con niños que habían tenido cuidados y atención al nacer y otros que habían vivido la primera etapa de su vida en condiciones adversas, como crecer en un orfanato, aunque después se los adoptara e integrara a familias que les brindaron la atención y el cariño que no tuvieron al inicio de la vida.
Los niños que habían estado en el orfanato mostraron niveles de vasopresina más bajos que los otros menores.
Aunque los niveles de oxitocina eran iguales en todos los infantes, en aquellos que interactuaban con su madre biológica en un juego en el que había contacto físico los índices de esta sustancia se elevaron de forma considerable. En cambio, en los niños que interactuaban de la misma manera con su madre adoptiva no se observó la elevación de la oxitocina.
El estudio muestra que el contacto físico y emocional en los primeros meses de vida organiza la producción de estas dos sustancias, que regularán en el cerebro el desarrollo de lazos sociales.