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Ecociudades

   Las ciudades representan sólo el dos por ciento de la superficie del planeta; no obstante, consumen tres cuartas partes de los recursos que produce la Tierra para su subsistencia. Los desechos se transforman diariamente en toneladas de residuos (en forma de gases tóxicos productores del efecto invernadero) y basura sólida que contamina el suelo o fluye hacia los ríos.

   Estos datos pueden presagiar un colapso, si no se toman medidas para evitarlo. Revertir la migración del campo a las urbes es poco probable; en consecuencia, se requiere más bien un cambio drástico en el modo de vida de las ciudades para adoptar procesos de manutención razonables.

Para lograr esto, urbanistas y ecologistas están de acuerdo en que es necesario instituir algunas reglas, por ejemplo reciclar todo lo reciclable. Esto reducirá la cantidad de basura y lo que implica su transporte.

   La ecociudad ideal deberá ser autosuficiente casi en su totalidad. Si logra producir la mayor parte de sus insumos agrícolas, los contaminantes emitidos por los transportes experimentarán una notable reducción.

   Para ello es preciso establecer zonas agrícolas suburbanas con tecnología moderna, como la hidroponía, y el empleo de composta obtenida del reciclamiento de los desechos orgánicos de la ciudad.

   Asimismo, el agua de consumo urbano deberá provenir de la recolección del agua de lluvia. Una prioridad es la de lograr la máxima eficiencia en la producción y utilización de todo tipo de energía, en particular las energías limpias, como la solar o la eólica.

   El tamaño de la ciudad deberá regularse y el transporte público optimizarse de tal manera que se acorten el número de automóviles particulares y las distancias para desplazarse.

   La ciencia y la tecnología serán los instrumentos básicos para lograr las —todavía hoy— utópicas ecociudades.

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