Cuando vemos a una persona llorar, una de las primeras cosas que suponemos es que lo aquejan la tristeza o la depresión. Por lo general, se cree que los individuos que padecen con frecuencia profundas depresiones suelen hundirse en verdaderos mares de lágrimas.
Sin embargo, estudios recientes han encontrado que esta creencia común parece no tener fundamento, ya que ante situaciones de tristeza las personas depresivas no lloran con más frecuencia que la población normal. Más aún, si la depresión perdura por lo menos seis meses, la probabilidad de llanto disminuye en grado sustancial.
Los investigadores han encontrado también que en la depresión profunda el llanto no posee una conexión con otras respuestas típicas suscitadas ante estados de infelicidad. En realidad, las personas depresivas muestran pocas de las respuestas físicas que habitualmente acompañan al llanto, como las actitudes de tristeza o las manifestaciones faciales del sentimiento.
Al observar que el llanto disminuye cuando la depresión se prolonga, los científicos creen que ello se debe quizá a que los periodos extensos de dicho estado llevan a un abandono social y a una inhibición de las emociones.
Un dato más que identificaron durante los estudios fue que las mujeres, tanto si eran depresivas como si no, lloraban con más frecuencia que sus contrapartes masculinos.