A menudo se habla de la economía global cuando la situación de un país se ve reflejada en los parámetros económicos de otro, o incluso en continentes distintos.
En forma similar, estudios realizados a partir de imágenes captadas por satélites muestran que fenómenos naturales que ocurren en una zona geográfica tienen repercusión directa en lugares distantes.
Durante el invierno, en la depresión del Bodélé, una zona desértica situada al sur del Sahara, se forman intensas tormentas de arena. Los científicos calculan que se trata del desplazamiento de 40 millones de toneladas de estas partículas al año.
Gracias a las imágenes satelitales que permiten seguir su trayectoria, hoy se sabe que atraviesan el Atlántico y se descargan en la cuenca del Amazonas, en América del Sur.
La arena africana es rica en hierro y fósforo y los científicos aseguran que dichos componentes son el fertilizante que nutre a la selva amazónica, y que sin ellos no existiría como tal.
Dichas investigaciones muestran que somos responsables no sólo de la ecología de la región que habitamos, sino de la «aldea global», que es nuestro planeta.