Dicen por ahí que «es mejor dar que recibir». ¿Usted qué prefiere? A cierta edad, según parece, brindar ayuda en lugar de pedirla puede extender su tiempo de vida.
En un nuevo estudio, que se extendió por un periodo de cinco años, se encontró que las personas mayores que habían proporcionado asistencia práctica a parientes, amigos y vecinos, o bien asistencia emocional regular a sus cónyuges, presentaron un índice de supervivencia más alto que aquellas que no suministraron dicho apoyo.
Por su parte, los individuos que habían recibido esta asistencia social abundante mostraron índices de mortalidad similares a los de sujetos que recibieron poco o nada de este beneficio.
Casi todos los intentos previos para vincular el contacto social y la salud física sólo se han enfocado en que los individuos reciben asistencia de otros. Pero ahora, los resultados señalan que darla puede ser un valor considerable para la salud y el bienestar.
Para el estudio, un equipo de científicos examinó datos recolectados con anterioridad en 423 parejas casadas, quienes tomaron parte en una investigación mayor de reacciones en ancianos. Los esposos tenían en promedio 65 años o más, mientras que las esposas eran más jóvenes. A los cinco años de iniciado el estudio, 134 individuos habían muerto.
Análisis estadísticos revelaron un índice de mortalidad casi de la mitad para los participantes que notificaron que proporcionaban asistencia social de diferentes formas: ayudar a otras personas con el cuidado de los niños, dedicarse al quehacer de la casa y otras tareas diarias o bien escuchar a su respectivo cónyuge cuando éste necesitaba hablar.
Sin embargo, los científicos señalan que se necesita una investigación más extensa para descartar la posibilidad de que la gente físicamente más sana sea quien proporcione más a menudo asistencia social, y que por ello viva más.