Todos hemos escuchado alguna vez acerca de los convertidores catalíticos en los automóviles, si bien éstos no son suficientes para evitar la contaminación. Se trata de un cristal, cuya estructura parece queso suizo, que limpia las emisiones, al atrapar los contaminantes unos minutos después de encender el motor.
Las emisiones de hidrocarburos de los vehículos reaccionan con otras sustancias, forman ozono y contaminan el aire; esto puede provocar en las personas asma y diversos problemas respiratorios.
Los nuevos autos tienen convertidores catalíticos que reaccionan con la mayor parte del combustible de hidrocarburo sin quemar y lo convierten en dióxido de carbono; no obstante, uno de los principales retos consiste en evitar que los hidrocarburos contaminen el ambiente mientras el convertidor catalítico se calienta.
Hasta el 80 por ciento de los hidrocarburos que llegan a la atmósfera procede de los vehículos durante del primer minuto o el segundo, el tiempo que toma el convertidor catalítico en empezar a trabajar después de comenzar en frío. Es por esa razón que resulta necesario que los hidrocarburos se detengan hasta que el convertidor alcance su temperatura de trabajo, las más de las veces entre los 170 y 200 grados centígrados.
Un nuevo cristal zeolito, llamado SSZ-33, hecho de silicón, aluminio y oxígeno, puede atrapar los hidrocarburos. Los átomos unidos como anillos tienen poros y canales, los cuales atrapan una gran cantidad de gases como una esponja. Este material soporta temperaturas hasta de 800 grados centígrados, de modo similar a los sistemas de emisión de los autos.