Uno de los adelantos técnicos que desde la década de 1970 ha contribuido a obtener diagnósticos médicos certeros es la tomografía axial computarizada. A pesar del elevado costo de este procedimiento, su uso se ha extendido. No obstante, ¿en verdad se justifica solicitar este estudio en todos los casos? En un importante hospital de Massachussets, Estados Unidos, se llevó a cabo un estudio con un millón de pacientes de 45 a 55 años. Para su conducción se establecieron «pares» de pacientes que presentaban síntomas semejantes. Los padecimientos escogidos fueron la enfermedad arterial coronaria, aneurismas aórticos abdominales y cáncer de ovario, páncreas, pulmón, hígado, riñón o colon. A un paciente de cada par se le realizó una tomografía para diagnosticarlo; en el otro, un médico estableció el diagnóstico mediante estudios clínicos convencionales.
El objetivo era saber con cuál de los dos métodos se obtenía el diagnóstico en menos tiempo y cómo afectaba las expectativas de vida el hecho de conocerlo con mayor rapidez.
Al comparar a ambos grupos se observó que en el conjunto de pacientes de 50 años, la tomografía logró obtener un resultado más rápido sólo en el dos por ciento de los casos. En relación con el aumento de las expectativas de vida, se tuvo una ganancia de seis días cuando el análisis se efectuó con ayuda de la tomografía.
Sin embargo, el dato más preocupante fue que en el 90.8 por ciento de los casos la tomografía arrojó datos «positivos falsos», tras confundir, por ejemplo, una sombra o mancha con un tumor inexistente. Para descartar estos «falsos positivos» el paciente tuvo que hacer gastos elevados en exámenes adicionales.
Los resultados de este estudio no pueden ocultar la gran contribución de la tomografía computarizada para sustentar un diagnóstico médico; empero, sí dejan en claro que se requiere mayor rigor en la interpretación de los datos que aporta y un criterio médico ético para solicitar esta prueba, que representa un oneroso costo para el paciente.
El objetivo era saber con cuál de los dos métodos se obtenía el diagnóstico en menos tiempo y cómo afectaba las expectativas de vida el hecho de conocerlo con mayor rapidez.
Al comparar a ambos grupos se observó que en el conjunto de pacientes de 50 años, la tomografía logró obtener un resultado más rápido sólo en el dos por ciento de los casos. En relación con el aumento de las expectativas de vida, se tuvo una ganancia de seis días cuando el análisis se efectuó con ayuda de la tomografía.
Sin embargo, el dato más preocupante fue que en el 90.8 por ciento de los casos la tomografía arrojó datos «positivos falsos», tras confundir, por ejemplo, una sombra o mancha con un tumor inexistente. Para descartar estos «falsos positivos» el paciente tuvo que hacer gastos elevados en exámenes adicionales.
Los resultados de este estudio no pueden ocultar la gran contribución de la tomografía computarizada para sustentar un diagnóstico médico; empero, sí dejan en claro que se requiere mayor rigor en la interpretación de los datos que aporta y un criterio médico ético para solicitar esta prueba, que representa un oneroso costo para el paciente.