El lenguaje que aprendemos y empleamos está almacenado en el hemisferio izquierdo del cerebro. Además de su importancia en la comunicación, la habilidad del lenguaje modifica otros aspectos de nuestra actividad mental.
Un equipo de psicólogos halló evidencia de que el lenguaje afecta nuestra percepción visual. Su hipótesis señala que, de ser esto cierto, una imagen debería percibirse en mayor grado si se encontraba en el campo visual derecho en comparación con el izquierdo. Esto se debe a que el lenguaje se procesa principalmente en el hemisferio cerebral izquierdo, a donde también llegan las señales del lado izquierdo de las retinas de ambos ojos.
Los objetos situados a la derecha inciden en el lado izquierdo de las retinas y por tanto esas imágenes puede alterarlas el lenguaje almacenado.
Se ideó un experimento en el cual se les mostró a los individuos imágenes; entre éstas aparecían figuras verdes dispuestas en un círculo y una figura de color azul, algunas veces a la derecha y otras a la izquierda.
Los participantes debían oprimir un botón cuando detectaran el color azul e indicar de qué lado estaba. La respuesta fue más rápida cuando se encontraba en el campo visual derecho. Se cree que esto se debe a que el lenguaje, que tiene palabras diferentes para cada uno de estos colores, los ayudaba a percibir en menos tiempo la diferencia.
Cuando la figura azul se cambió por otra con «un tono diferente de verde», los participantes tardaron más tiempo en encontrar la diferencia, al parecer porque no existe en el lenguaje una palabra específica para ese «tono diferente de verde».
Podría conjeturarse que en nuestra vida diaria la percepción de los objetos depende de su localización, a la izquierda o la derecha en nuestro campo visual, y también del vocabulario que tengamos almacenado.
Un equipo de psicólogos halló evidencia de que el lenguaje afecta nuestra percepción visual. Su hipótesis señala que, de ser esto cierto, una imagen debería percibirse en mayor grado si se encontraba en el campo visual derecho en comparación con el izquierdo. Esto se debe a que el lenguaje se procesa principalmente en el hemisferio cerebral izquierdo, a donde también llegan las señales del lado izquierdo de las retinas de ambos ojos.
Los objetos situados a la derecha inciden en el lado izquierdo de las retinas y por tanto esas imágenes puede alterarlas el lenguaje almacenado.
Se ideó un experimento en el cual se les mostró a los individuos imágenes; entre éstas aparecían figuras verdes dispuestas en un círculo y una figura de color azul, algunas veces a la derecha y otras a la izquierda.
Los participantes debían oprimir un botón cuando detectaran el color azul e indicar de qué lado estaba. La respuesta fue más rápida cuando se encontraba en el campo visual derecho. Se cree que esto se debe a que el lenguaje, que tiene palabras diferentes para cada uno de estos colores, los ayudaba a percibir en menos tiempo la diferencia.
Cuando la figura azul se cambió por otra con «un tono diferente de verde», los participantes tardaron más tiempo en encontrar la diferencia, al parecer porque no existe en el lenguaje una palabra específica para ese «tono diferente de verde».
Podría conjeturarse que en nuestra vida diaria la percepción de los objetos depende de su localización, a la izquierda o la derecha en nuestro campo visual, y también del vocabulario que tengamos almacenado.