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El placer de comer

   ¿Saborea un platillo que percibe a varios metros de distancia? Entonces puede estar seguro de que en su cerebro se ha liberado una buena cantidad de dopamina.

   Un grupo de científicos ha descubierto que oler comida o incluso su mínima degustación, antes de ingerirla, pueden producir en el cerebro el aumento de una sustancia química llamada dopamina, un neurotransmisor relacionado con la sensación de placer.



   La comida puede propiciar una elevación de los niveles de dopamina en personas a las que no se les permite comer, sino tan sólo ver, oler o recibir trazas de ésta en la boca con la punta de un algodón. El hallazgo aporta indicios acerca de los mecanismos que provocan que las personas coman y que algunas lo hagan en mayor cantidad.

   Mediante tomografía cerebral por emisión de positrones (PET) los investigadores cuantificaron los niveles extracelulares de dopamina de diez voluntarios; éstos, a lo largo de dos días, se sometieron a cuatro condiciones experimentales: presencia o ausencia de estimulación de comida y administración u omisión de un fármaco (metilfenidato) que bloquea la reabsorción de la dopamina por las neuronas, lo cual posibilita la elevación de sus niveles extracelulares.

   En la estimulación con comida, los voluntarios vieron, olieron y degustaron sus platillos favoritos. En todos los casos describieron de manera simultánea sus sensaciones y sus deseos de comer antes, durante y después de la prueba. De ese modo fue posible probar que los niveles más altos de dopamina extracelular y de sensación de hambre tuvieron lugar en la situación en que coincidieron la estimulación con comida y la administración de metilfenidato.

   Con estos experimentos se ha comprobado además, por primera vez, que la presencia de la dopamina en la zona del cerebro llamada «striatum dorsal» juega un papel adicional en la motivación que induce a comer, aun antes de tener el placer de ingerir los alimentos

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