Cuando la temperatura corporal se eleva, las más de las veces por una infección, una medida inmediata y habitual es la ingestión de una aspirina u otro medicamento que atenúen la fiebre. Sin embargo, los estudios realizados por un grupo de inmunólogos señalan que esa conducta no siempre es la más apropiada, ya que la fiebre tiene algunos beneficios.
Estos científicos colocaron un lote de ratones en una caja térmica que elevó su temperatura corporal hasta 40°C. Después les inyectaron sus propios glóbulos blancos, tratados de forma previa con un pigmento fluorescente para poder rastrearlos. Lo mismo hicieron con otro grupo, al que mantuvieron en condiciones normales.
En los animales con la fiebre inducida se observó que en las paredes de los vasos sanguíneos aumentaba la densidad de una sustancia pegajosa que atrapaba y concentraba los glóbulos blancos circulantes.
También se comprobó que la temperatura controlaba los mecanismos moleculares que hacen posible que los glóbulos blancos atraviesen la pared de los vasos y migren hacia los ganglios linfáticos periféricos distribuidos a lo largo de la piel y el intestino, precisamente los sitios donde se requieren para que ataquen a las bacterias o virus que ingresan al organismo.
En consecuencia, puede resultar positivo permitir que la fiebre ejerza sus beneficios. Mientras tanto, no hay que tomar de forma precipitada medicamentos que prevengan los efectos ya señalados de la fiebre.
Estos científicos colocaron un lote de ratones en una caja térmica que elevó su temperatura corporal hasta 40°C. Después les inyectaron sus propios glóbulos blancos, tratados de forma previa con un pigmento fluorescente para poder rastrearlos. Lo mismo hicieron con otro grupo, al que mantuvieron en condiciones normales.
En los animales con la fiebre inducida se observó que en las paredes de los vasos sanguíneos aumentaba la densidad de una sustancia pegajosa que atrapaba y concentraba los glóbulos blancos circulantes.
También se comprobó que la temperatura controlaba los mecanismos moleculares que hacen posible que los glóbulos blancos atraviesen la pared de los vasos y migren hacia los ganglios linfáticos periféricos distribuidos a lo largo de la piel y el intestino, precisamente los sitios donde se requieren para que ataquen a las bacterias o virus que ingresan al organismo.
En consecuencia, puede resultar positivo permitir que la fiebre ejerza sus beneficios. Mientras tanto, no hay que tomar de forma precipitada medicamentos que prevengan los efectos ya señalados de la fiebre.