¿Cuántas veces le han dicho que caminar es un magnífico ejercicio, además de barato? Todos los adultos mayores interesados en oxigenar sus cerebros y mantener una mejor atención podrían considerar esta prescripción gratuita: caminar cada dos o tres días, sin sudar pero haciendo esfuerzo. La duración de cada caminata debe tener un mínimo de diez minutos y un máximo de 45.
Dos nuevos estudios realizados en personas mayores demostraron y concluyeron que la actividad física aeróbica induce cambios en el cerebro vinculados con el mejor desempeño de la atención. Más aún, la actividad cardiovascular moderada, al alcance de la mayoría de los adultos mayores sanos, tiene como resultado un funcionamiento mejorado del sistema nervioso y puede contribuir a extender o aumentar su vida independiente.
Se hizo una investigación con 41 adultos, de 58 a 77 años, que caminaron una milla. Luego, durante una prueba de atención un escáner midió la tasa sanguínea de zonas cerebrales específicas. Aquellos con gran condición física fueron más rápidos y precisos que los de menor condición. Su flujo sanguíneo fue mayor en la parte frontal del cerebro, relacionada con la atención, y se observó una menor actividad en otra zona frontal que suele activarse en momentos de indecisión.
En un segundo estudio, 15 adultos entrenaron por seis meses. Caminaron durante 45 minutos a ritmo moderado tres veces por semana. En las pruebas de atención estos individuos mostraron ser más rápidos y su actividad cerebral era casi idéntica a la de las personas con alta condición física del primer estudio.
En contraste, 14 sujetos mayores tomaron un curso de ejercicios de estiramiento y tonificación por seis meses, sin efectuar actividad aeróbica. Su atención casi no mejoró. La actividad cerebral fue similar a la de los adultos con menor condición física de la primera investigación.
Se ha encontrado que la actividad aeróbica de los ancianos estimula la liberación de una sustancia conocida como «factor neurotrófico derivado del cerebro».
Éste favorece la formación de células cerebrales y conexiones entre las neuronas.
El ejercicio también ayuda al crecimiento de vasos capilares que nutren a estas células. Las nuevas células y sus conexiones mantendrán activos a los lóbulos frontales del cerebro, que son los más afectados por el proceso de envejecimiento.
Así las cosas, un plan de trabajo mental y físico puede mantener en forma las facultades mentales en la tercera edad.
Dos nuevos estudios realizados en personas mayores demostraron y concluyeron que la actividad física aeróbica induce cambios en el cerebro vinculados con el mejor desempeño de la atención. Más aún, la actividad cardiovascular moderada, al alcance de la mayoría de los adultos mayores sanos, tiene como resultado un funcionamiento mejorado del sistema nervioso y puede contribuir a extender o aumentar su vida independiente.
Se hizo una investigación con 41 adultos, de 58 a 77 años, que caminaron una milla. Luego, durante una prueba de atención un escáner midió la tasa sanguínea de zonas cerebrales específicas. Aquellos con gran condición física fueron más rápidos y precisos que los de menor condición. Su flujo sanguíneo fue mayor en la parte frontal del cerebro, relacionada con la atención, y se observó una menor actividad en otra zona frontal que suele activarse en momentos de indecisión.
En un segundo estudio, 15 adultos entrenaron por seis meses. Caminaron durante 45 minutos a ritmo moderado tres veces por semana. En las pruebas de atención estos individuos mostraron ser más rápidos y su actividad cerebral era casi idéntica a la de las personas con alta condición física del primer estudio.
En contraste, 14 sujetos mayores tomaron un curso de ejercicios de estiramiento y tonificación por seis meses, sin efectuar actividad aeróbica. Su atención casi no mejoró. La actividad cerebral fue similar a la de los adultos con menor condición física de la primera investigación.
Se ha encontrado que la actividad aeróbica de los ancianos estimula la liberación de una sustancia conocida como «factor neurotrófico derivado del cerebro».
Éste favorece la formación de células cerebrales y conexiones entre las neuronas.
El ejercicio también ayuda al crecimiento de vasos capilares que nutren a estas células. Las nuevas células y sus conexiones mantendrán activos a los lóbulos frontales del cerebro, que son los más afectados por el proceso de envejecimiento.
Así las cosas, un plan de trabajo mental y físico puede mantener en forma las facultades mentales en la tercera edad.