Cuando alguien enfrenta una situación conflictiva o angustiante, la presión arterial se eleva debido a que las arterias se contraen y su diámetro disminuye. Si se prolonga esta situación, la presión alta puede precipitar un ataque cardiaco, ya que las arterias de estas personas tardan más tiempo en volver a su estado normal después de contraerse.
Un grupo de investigadores realizó una encuesta entre pacientes con presión arterial alta e individuos con presión arterial normal. Se encontró, en una forma muy general, que aquellos que tenían la presión elevada se reían menos en comparación con los que no padecían esta alteración. Sin embargo, para poder estudiar el resultado con mayor objetividad se efectuó el siguiente experimento.
A un grupo de personas se les presentó en un televisor una película de guerra con escenas muy dramáticas. Con un aparato de ultrasonido se registró durante el estudio el diámetro de su arteria braquial (que se extiende entre el hombro y el codo).
Se observó la contracción de la arteria y se midió el tiempo que tardaba en regresar a su estado normal, que fue 30 por ciento más lento que lo usual. Cabe mencionar que una arteria sana vuelve a su estado original inmediatamente después de haberse contraído.
Se realizó la misma medición mientras el conjunto de personas veía una comedia con escenas en verdad hilarantes. Los investigadores aplicaron presión a la arteria braquial y ésta, después de cada escena «cómica», regresaba a su estado normal 25 por ciento más rápido.
Se cree que este efecto se debe a unas hormonas llamadas endorfinas, que se liberan cuando nos reímos.
En tanto se conducen más estudios al respecto, busque cada día la ocasión de soltar una carcajada espontánea: sus arterias se lo agradecerán.