Gracias a los textos de Calístenes, el cronista de las hazañas de Alejandro Magno, se sabe que en el año 332 antes de nuestra era el macedonio tenía puesta la mira en Egipto, pero antes era imprescindible conquistar la Isla de Tiro, que estaba situada frente a lo que hoy es Líbano. Aunque pequeña, Tiro tenía gran importancia económica y política y fueron necesarios siete meses de asedio para doblegar a sus habitantes.
Con los escombros y ruinas que quedaron de la ciudad vencida, los ingenieros de Alejandro construyeron un camino que conectaba el continente con la isla, lo cual les facilitó adueñarse del lugar.
Precisamente, al estudiar la parte que une la isla con el continente y encontrar fósiles y sedimentos de fauna marina en los estratos más profundos, algunos geólogos han comprobado este hecho, que hasta ahora parecía reducido a una leyenda. Los estudios de los especialistas indican que corresponden a seres marinos que habitaban la zona desde hace 8 mil años. Esto confirma que ya existía allí un banco de arena arrastrado por las olas de sotavento cuando llegó Alejandro; fue sobre él que se construyó el puente que convirtió la isla en península, con la adición de los restos de una ciudad.
Hoy la ciencia sustenta y da crédito a los textos de Calístenes.